La recogida de chatarra da de comer a la decena de bocas que pasan a lo largo del día por la casa de Dolores: cinco hijos, sus nietos, su marido Pedro y ella. «No puedo salir, me dan 15 euros para poder comer, con el camión parado en casa, a ver qué hago», contaba uno de tantos días del confinamiento a La Tribuna, por teléfono, angustiada pero sin perder el humor. Vive en La Granja, uno de los barrios que concentra mayor población gitana. «Ya lo tenía difícil pero no me faltaba para comer, ahora nos da el cura, las hermanas de la Cruz, una poquita paga que tengo… pero en cuanto pago agua y luz se va todo», narra. «Ni lejía tenía para fregar». Continúa leyendo Más vulnerabilidad en los barrios gitanos